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Te contaba lo bonito que era el piso de Libertador?, el sol entraba a raudales y el rio, que por cierto la primera vez que lo vi no veas que chasco, creia que era azul como el mar, pero, es marrón,...igualmente me enamoré de él. Como te decia el sol iluminaba la casa. La terraza no era muy grande pero en una esquina colgamos una manta paraguaya, que habiamos comprado en un viaje a Paraguay, que ya te contaré son esas mantas tejidas como las que salen en las tribus de los documentales, entiendes?, pues eso, para echar la siesta tomar el sol en fin me encantaba.

Desde las dos operaciones, en la 2ª le advirtieron a Emilio que no sabian si saldria o no, ya que se habia producido una complicación de la primera, eso me lo contó Emilio, cuando me dijo que le llamaron rápidamente que bajara a quirófano y trajeses a mi hijo lo mas pronto posible.

Antes de entrar al quirófano yo habia escrito dos cartas una a Emilio, para que no sintiera culpa de nada y otra a mi hijo, para que supiera cuando le amaba, eso si le dije a Emilio que si todo iba bien me las devolveria.





De modo que en aquellos dias todo parecia armonioso y feliz, pero quien se haya sometido a una histerectomia sabe lo que es y yo a pesar de los dolores físicos no estaba bien. Habia vivido cosas muy fuertes en muy poco tiempo.

Una noche, mientras Emilio veia la televisión, me sali a la terraza y me tumbé en la hamaca, comencé a balancearme poco a poco y de pronto me di cuenta de lo facil que era dar un impulso y salir volando de allí, tanto lo pensé que me levante calcule la diatancia y me pareció suficientemente alta para no fallar, empecé a moverme cada vez más fuerte, hasta que Pablo vino a mi imaginación y comence a pensar en como seria su vida sin mí, quien le sostendria, quien se reiria de su sentido del humor, quien le abrazaría y me levante y fui a dormir angustiada por no poder hacerlo...Emilio jamás sospechó nada de lo que se cocía en mi interior, porque yo seguia siendo la mujer alegre y confiada que el queria.